Los pies vendados de las niñas chinas
La
leyenda más popular dice que, un día del siglo X, una cortesana del palacio
imperial, famosa por su belleza y su talento al bailar, recibió la orden de
preparar una danza para deleite del emperador Tang Li Yu y en honor de los
espíritus. Se mandó a construir para ella un piso hecho de lotos de oro donde
pudiera ejecutar su danza. Se le adornó el cuerpo con las más esplendorosas
joyas y se le vendaron los pies imitando la forma de la media luna. Queriendo
imitar su belleza, todas las mujeres de la corte y del resto del imperio
vendaron sus pies y los de sus hijas, y los de casi mil millones de chinas que
nacieron después de ellas.
Esta
práctica ha estado vigente por al menos 2.000 años. El proceso de vendaje
empezaba cuando las niñas tenían entre 4 y 6 años, y era realizado por la
madre. Los pies eran puestos a remojo en agua con algunas hierbas, para
eliminar todos los restos de pieles muertas, y las uñas se cortaban tanto como
era posible. No superar los siete centímetros de pies era lo establecido. Después
de un masaje, los 4 dedos más pequeños se rompían. Luego, se vendaban con seda
o algodón empapado en líquido, apretando los dedos contra el talón.
Cada
dos días se retiraba el vendaje y se volvía a realizar. El proceso duraba dos
años. Para entonces, los pies medían sólo unos diez centímetros. Las únicas
partes en contacto con el suelo eran su calloso talón y el dedo gordo. Aunque
parezca increíble, estos pies fueron por cerca de un milenio el más oculto
tesoro de las mujeres chinas y el más soñado placer de sus hombres. Para que
los pies se convirtiesen en ‘loto dorado’-obra de arte y objeto de deseo,
debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características:
ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos.
Casas para engordar futuras esposas en
Mauritania
En
Mauritania, a las niñas y mujeres más gordas se las considera bellas, ricas y
adaptadas socialmente mientras que a las delgadas, inferiores y una vergüenza.
Por ello, es tan importante para las niñas ser gorda que quienes son delgadas
son enviadas a un campamento de verano para subir de peso. Según una tradición
conocida como Leblouh, desde los cinco años, se someten a este cruel proceso en
el que las obligan a comer para ganar kilos. Las prácticas obligatorias
implican el consumo de cantidades enormes de comida y, si es necesario, la
provocación de vómitos para seguir ingiriendo alimentos. La tradición mauritana
dice que el tamaño de una mujer indica el espacio que ocupa en el corazón de su
marido.
‘Mujer de ...’
en Afganistán
En la
sociedad patriarcal de Afganistán las mujeres no tienen nombre.
Son “la esposa de”, “la madre de”, “la hija de”... Invisibles incluso en sus
tumbas o en los certificados de nacimiento de sus hijos. “A lo largo de la
historia, los nombres de las mujeres han sido
eliminados sistemáticamente”, constata la poetisa afgana y consejera en
el Gobierno regional de la provincia de Herat, Somaia Ramish. “En muy pocas
familias se llama a una mujer por su verdadero nombre, ya sea dentro del hogar
o fuera de él”, explica.
Como
consecuencia, la mitad de las 30
millones de personas que viven en el país de mayoría musulmana vive
bajo el yugo del anonimato. Ellas no son nadie. “Son propiedad de los hombres”,
escribe la poetisa. Y añade que en la sociedad afgana se ha llegado al punto de
que algunas mujeres olvidan su nombre, o el de sus madres o hermanas, o bien
sienten vergüenza al decirlo en voz alta. Asimismo, “los hombres se sienten infieles a
la religión si llaman a sus mujeres por su nombre en público”, señala a LaVanguardia.com Tahmina Arian, una de las
creadoras de la campaña #Whereismyname (Dónde está mi nombre) que en los
últimos meses ha rodado por las redes sociales.
Desfile de Alarde (Irún)
El desfile de armas que se celebra en Irún el 30 de junio, día de San Marcial, fiesta de la
ciudad, conmemora la victoria de las tropas irunesas sobre las francesas
durante la madrugada del 30 de
junio de 1522. La batalla, que tuvo lugar en la Peña de Aldabe de Irun,
formó parte de una serie de ofensivas francesas cuyo objetivo era controlar la
zona fronteriza del Bidasoa.
Desde hace 20 años es una
celebración polémica. Justo hace dos décadas un juez tuvo que ordenar
que estos desfiles pudieran ser hechos tanto por hombres como por mujeres,
pero su sentencia no puso igualdad
a la disputa, hubo enfrentamientos entre los propios vecinos y aún a
muchos les sigue sin gustar la no exclusión. Incluso había mujeres que daban la
espalda a las que desfilaban para ningunearlas.
Además mientras que al desfile tradicional que solo permite a las mujeres
participar como cantineras y las excluye como soldado, acuden más de 16.000
personas al mixto llegan a 1.000. De
ahí que también los vecinos llenen los balcones para ver a los hombres, no así
al de las mujeres. La discriminación la cierra el propio alcalde
(socialista) José Antonio Santano quien sólo asistió al masculino y les
recibió a ellos en el ayuntamiento.